domingo, 15 de septiembre de 2013

After Laughter


El mar junto a mis padres
o inventar una selva
que recorrer en bicicleta
con mis hermanos.
El final de las vacaciones
es como una larga tarde
de domingo, como perder
un amor, o la infancia.

Después de la diversión
llegan las lágrimas, respondiste.

martes, 10 de septiembre de 2013

Michael Hardt Live: Declaration Tour

Seminario de Nociones Comunes: "Las actuales luchas por la democracia: destituir el gobierno de las finanzas, constituir el común"


Os invitamos a analizar colectivamente la aportación que hacen Michael Hardt y Toni Negri en el libro Declaración al proceso constituyente iniciado en este nuevo ciclo de luchas. Antes y después del 15M los movimientos han estado ensayando nuevos formas organizativas, con mayores o menores éxitos. Nos parece fundamental seguir trabajando a partir de los modelos ensayados y otros nuevos que será necesario crear. 

Este trabajo requiere momentos de encuentro, la estabilización de grupos de personas que hagan análisis de la coyuntura, de lo avanzado por las luchas, que debatan y elaboren pensamiento colectivo y propuestas conjuntas, que permitan despegar al movimiento de la inercia de las movilizaciones respuesta y le doten de esa mayor capacidad de impacto en la transformación del sistema politico y económico.

Es por esta necesidad de promover el encuentro para el análisis, la estrategia y la organización, por la que surge la propuesta de Nociones Comunes de aprovechar la visita de Michael Hardt al Centro Social La Pantera Rossa en octubre, para llevar a cabo un trabajo colectivo del libro que, junto a su tradicional compañero Toni Negri, acaban de publicar: Declaración.

Lunes 23 de septiembre 19:00
Sesión 1: Figuras subjetivas de la crisis
Introducen: Raúl Royo y Emanuele Cozzo

Martes 1 de octubre 19:00
Sesión 2: Rebelión de la crisis
Introduce: David Vila

Lunes 7 de octubre 19:00
Sesión 3: Constituir el común
Introduce: Pablo Lópiz

Lunes14 de octubre 17:00 
Sesión 4: El acontecimiento del comunero
Con Michael Hardt

Lunes 14 de octubre 19:00
Conferencia en vivo y en abierto de Michael Hardt.

Todas las sesiones tendrán lugar en el Centro Social Librería La Pantera Rossa. El seminario tiene un coste de 25€. Pregunta por becas disponibles y recuerda que tienes un 10% de descuento si eres socia del CSL Pantera Rossa (las plazas con descuento son limitadas).

Dudas e inscripciones en: ncomuneszgz@gmail.com


PARA QUÉ ESTE SEMINARIO

En 2011 se inició un ciclo de luchas que tuvo focos en distintos países del mundo, entre ellos España, coincidiendo con un momento en el que el capitalismo es incapaz ya de asegurar ni las necesidades básicas de las personas ni la reproducción de la sociedad.
La explosión de las burbujas financieras e inmobiliarias, el carácter sistémico de su crisis y las políticas depredativas de gestión de la crisis están disparando las desigualdades sociales, exacerbando la contradicciones medioambientales, poniendo en peligro la sostenibilidad de la vida en el planeta y llevando a millones de personas al sufrimiento y la miseria imponiendo la dictadura de la deuda y del mercado en cada rincón del planeta.
En España, a partir del acontecimiento del 15M, el sistema político vigente hasta ahora, expresado en la Constitución del 78, está viviendo una crisis de legitimidad (que se ha acentuado aún más con el abandono desde arriba, ante la excepcionalidad de la crisis económica) de los consensos mínimos que han permitido su permanencia durante los últimos 30 años y que le habían dado al estado una apariencia de estabilidad democrática y social.

Esta coyuntura de crisis de régimen y de proceso destituyente parece ser la palanca clave para transformar la indignación ciudadana que estalló en 2011 en cambios en la forma de gobierno hacia un modelo más participativo y democrático y, por tanto, hacia la construcción un autogobierno de la ciudadanía que impida que se gobierne en función de los intereses de unos pocos.
Sin embargo tales cambios precisan también, evidentemente, de una capacidad de organización de la movilización social, de la organización de un contrapoder capaz de destituir efectivamente a la casta política del régimen actual, a traves de estrategias consensuadas, y de catalizar ese cambio radical y democrático del orden económico, político y social que rige nuestras vidas.
En la primera sesión que se corresponde con el primer capitulo del texto, Figuras subjetivas de la crisis, se quiere evaluar el impacto de la políticas neoliberales de la gestión de la crisis sobre la subjetividad social e individual, mostrando las distintas formas de despotenciación o, directamente, las incapacidades productivas y vitales que sobre sujetos muy forzosamente individualizados, tales políticas provocan.
En la segunda sesión correspondiente al segundo capítulo, Rebelión contra la crisis, trabajaremos a partir de analizar cómo las distintas formas de sometimiento de la subjetividad son invertidas en las expresiones de las luchas que comenzaron en 2011 hasta el punto de convertirse en potencias afirmativas y constituyentes de una salida de democracia real,  a esta coyuntura crítica para el capitalismo pero también para toda la humanidad.
En la tercera sesión, comentaremos el tercer capítulo Constituir el Común, y el eplílogo, El acontecimiento del comunero, quizás la más ambiciosa, analizaremos la capacidad organizativa y el carácter constituyente de los experimentos políticos que están teniendo lugar en el ciclo de luchas que han comenzado en 2011 en los que se prefigura una dimensión común de la vida social, económica y política como superación del colapso de la dicotomia público-privado.

En la cuarta sesión, en la que contaremos con la presencia Michael Hardt, abordaremos la hipótesis del acontecimiento comunero, aquel momento en el que las posibilidades constituyentes de las luchas por lo común se disparan. Además, recopilaremos las cuestiones más interesantes que han surgido en las sesiones con perspectivas a convertirlas en lineas de trabajo investigativas que den una posible continuidad al seminario.

Breve BIOGRAFÍA de MICHAEL HARDT

Michael Hardt  (Washington DC, 1960), es un teórico literario y filósofo político estadounidense, conocido sobre todo por ser autor, junto a Antonio Negri, de Imperio, publicado en 2000. Esta obra fue considerada como el "Manifiesto Comunista del siglo XXI". Hardt y Negri sostienen que las fuerzas de opresión de clases contemporáneas, globalización y mercantilización de servicios (o producción de afectos), tienen el potencial de producir un cambio social de dimensiones sin precedentes. Una secuela, Multitud: Guerra y Democracia en la era del imperio, publicada en agosto de 2004, amplía la noción, ya propugnada en Imperio, de la multitud como posible locus de un movimiento democrático de proporciones globales. La parte tercera y final de la triología, Commonwealth, apareció en el otoño de 2009. En esta obra, Hardt y Negri ofrecen un marco de referencia a partir del cual restaurar el significado de conceptos corrompidos del vocabulario político. Además, elaboran sus sugerencias previas de que el cambio social puede conseguirse a partir de las formas actuales de opresión, junto a la necesidad de repensar lo común en el comunismo para que el cambio realmente tenga lugar.

martes, 30 de abril de 2013

Ciclo de conferencias del Prof. Ramón Grosfoguel (U. de Berkeley)



Los próximos días 6 y 7 de mayo contaremos con la presencia del Profesor de Estudios Chicano/Latinos, del Departamento de Estudios Étnicos de la Universidad de Berkeley, California, Ramón Grosfoguel, en una serie de conferencias organizadas por el Departamento de Filosofía de la Universidad de Zaragoza.

LUNES, 6 DE MAYO

11:00h.
Sala Ángel San Vicente de la Facultad de Filosofía y Letras. U. de Zaragoza
Descolonizar el pensamiento postcolonial
Seminario abierto dentro de las actividades de la asignatura Pensamiento Postcolonial, del Departamento de Filosofía de la Universidad de Zaragoza

19:00h.
Espacio Treziclo (C/ Liñán, 8)
Habitar la zona del no-ser. Políticas decoloniales
Conferencia pública. Presentación a cargo del Prof. Pablo Lópiz (U. de Zaragoza). Colaboran: Colectivo por la diversidad afectivo-sexual Towanda y Toma la Filosofía

MARTES, 7 DE MAYO

11:00h.
Salón de Actos de la Biblioteca María Moliner. Facultad de Filosofía y Letras. U. de Zaragoza
Michel Foucault y la postcolonialidad

19:00h.
CSL. La Pantera Rossa (C/ San Vicente de Paul, 28)
Colonialidad Global y Descolonozación del Conocimiento
Charla-debate. Presentación a cargo del Prof. Luis Arenas (U. de Zaragoza). Colaboran: Centro Social Librería La Pantera Rossa y Toma la Filosofía





sábado, 2 de febrero de 2013

Ejercicio de política ficción

Hablar del futuro es necesariamente desplazarse hacia el terreno cenagoso de la ficción. La temporalidad es sólo actualización de la contingencia y apertura a lo inesperado. Escribir sobre el futuro se hace, como todo lo demás, en presente, aquí, ahora, de una vez y para siempre. Pero, por ello mismo, el presente, al menos desde el punto de vista analítico, no puede concebirse como instancia unidimensional. Cualquiera que, como yo, se haya formado en el materialismo lucreciano sabe que el presente se encuentra desdoblado en al menos dos dimensiones: el presente histórico, donde se congregan todas las determinaciones del pasado, a donde llegan y donde son todas la fuerzas, y se coagulan; y el presente, digamos, profético, actual o inactual, intempestivo, en todo caso el presente como indeterminación o clinamen, acontecimiento, libertad absoluta, no de la persona ni del sujeto, sino del Ser material. Natura naturata frente a Natura naturans, en la lección spinoziana. Presente-ser frente a Presente-devenir. Lo real-ahora como producto o lo real-ahora como producción, como emergencia. La dificultad insalvable a que se enfrenta el analista y, aquí, más en concreto el analista político, proviene del hecho irrevocable de que no se puede hablar con verdad acerca de esa dimensión de lo real que es proyección transformadora, construcción de futuro. Sólo a través de la descripción de las determinaciones que el pasado, lo que ya no es, impone sobre el presente se hace accesible, por escansión, como en una teología negativa, esa dimensión del presente que es por venir.
 
Cuando las fuerzas del pasado nos alcanzan, tal y como ocurre hoy, según coligaciones altamente conflictivas la percepción de la temporalidad como monotonía se disuelve, intensificándose la creencia en que se ha producido una apertura de los posibles. Más eso es mera creencia, delirio, pues lo posible no se dice en plural. Lo posible es, indefectiblemente, uno. No pueden pasar varias cosas. Sólo una. Cuál, eso permanece indeterminado, indecidible. Y, sin embargo, la construcción de ficciones políticas, asentadas sobre una analítica de lo que ya es, del presente histórico que está dejando de ser, supone una intervención directa sobre esa otra parte del presente que es devenir, actualización de un posible indeterminado. El lenguaje es acción. Performance constituyente. Modificación del ser material. Puede por ello merecer la pena tratar de responder a la pregunta por el futuro, nuestro futuro, ese en el que ya no seremos los mismos. Así, concedidas las precauciones, ¿qué va a pasar? Y, para responder, para nuestro ejercicio de ficción política, ¿qué está pasando? Y, más en concreto, especificando ya el interés que moviliza a este texto, ¿qué está pasando en el territorio acotado por  el Estado español? 

No hay espacio aquí, no es lugar éste, para hacer una descripción pormenorizada de la compleja multiplicidad de fuerzas que se coagulan y conforman nuestra actualidad política. Se puede, con todo, apuntar algunas líneas gruesas. El proceso de acumulación por desposesión que viene afectando al siempre fragmentado cuerpo social que habita el territorio español ha disparado al alza la intensidad de los conflictos no sólo entre los de abajo y los de arriba, diferencia ésta sin duda demasiado espesa que manejamos sólo por su utilidad. Sin duda, los promotores principales del actual proceso de acumulación de la riqueza colectivamente producida que se acostumbra a llamar crisis no son otros que los grandes capitales financieros desterritorializados. Estos tienen sus sedes de relativa seguridad, como Wall Street, la City londinese, etc.; pero, no pueden acometer su reproducción ampliada sino saliendo fuera de estas sedes, reterritorializándose en cualquier otra parte. Estos capitales se realizan de diversos modos, ya sea mediante financiación e inyección de capitales o mediante extracción de renta abstracta. En todo caso, gestionan los tiempos de abundancia así como los periodos de devaluación de los territorios bajo su dominio, de los territorios en que se posan.

Es obvio que vivimos en un periodo de fuerte devaluación. Durante este tipo de períodos el Estado cobra una importancia aún mayor que la que tiene en los periodos de abundancia crediticia. Por un lado, es instrumento esencial para llevar adelante la privatización de los bienes producidos colectivamente y las transferencias de riqueza desde los de abajo hacia los de arriba. Por otro, el control de los conflictos que puedan surgir durante estos procesos de desposesión requiere de un aparato militar-policial suficientemente efectivo. Las élites nacionales toman a su cargo la transferencia de riqueza hacia los que siempre fueron sus legítimos propietarios, los amos del dinero, el capital financiero.

Ahora bien, el Estado no es una máquina transcendente respecto del cuerpo social que actuaría sobre él desde arriba; al contrario, es más bien un efecto de superficie derivado  de la unidad más o menos coherente de una multiplicidad de pequeños dispositivos con funciones diversas. Pero si la unidad del Estado es, como se ha dicho, sólo más o menos coherente; actualmente asistimos a una lucha interna entre élites nacionales que se ha especificado con contundencia en el caso de la publicación de los sobresueldos en dinero negro repartidos entre miembros del Partido Popular y, entre ellos, a gran parte de los miembros del Gobierno del Estado, alcanzando al Presidente del Gobierno, quien se ha visto obligado a asegurar que lo publicado "es falso", y que no dimitirá. La descoordinación entre élites nacionales supone un fuerte deterioro de la capacidad del Estado para gestionar eficazmente los procesos de desposesión que ya están en marcha. Sabemos, entre otros motivos porque así ha sido afirmado explícitamente desde las más altas instancias, que el gobierno de Rajoy no gobernaba, en el sentido de que no decidía de modo soberano, sino que simplemente administraba según los imperativos de los grandes intereses internacionales y, muy específicamente, de los intereses de los capitales europeos y alemanes. El deterioro de su capacidad de gestión supone un riesgo para los intereses del capital financiero. La fragilidad del gobierno desactiva relativamente la función de mediación y pantalla que el Estado juega en el proceso de transferencia de riqueza y acumulación por parte de los capitales desterritorializados. Las resistencias de quienes están siendo desposeídos corren el riesgo de descontrolarse. 

En breve. Si la conflictividad se desarrolla entre los capitales internacionales desterritorializados y las poblaciones enmarcadas en un territorio, el Estado-nación juega un papel fundamental, en la medida en que traslada los intereses de las fuerzas deslocalizadas inscribiéndolas en el territorio concreto. La falla en la coherencia interna al Estado permite a las poblaciones desposeídas enfrentarse de manera más directa a quienes los desposeen. En esta coyuntura, aquí empieza la ficción, se pueden imaginar ciertos escenarios futuros. Sólo uno posible. O quizá ninguno. Quizá lo posible, no esté aquí imaginado. Pero, al menos a corto plazo, las opciones que somos capaces de imaginar son limitadas. Imaginemos, por tanto. El gobierno se mantiene a pesar de su escasa credibilidad y el fuerte deterioro de su legitimidad. Esto introduciría un grado de inestabilidad social y política que reforzaría las resistencias frente a la desposesión y facilitaría la continuidad de la construcción desde abajo de una potencia antagonista. El gobierno se disuelve y se convocan elecciones generales con el objetivo de recuperar la legitimidad parlamentaria. Sin duda, esto introduciría de manera inmediata una imprevisibilidad altísima de efectos difícilmente calculables. ¿Se recodificaría la conflictividad en términos partidistas y electorales, desactivándose posteriormente la potencia de los movimientos sociales? O bien, ¿se rearmaría según composiciones nuevas el proyecto de profundización democrática que se exige desde abajo? El gobierno se disuelve y el parlamento instaura un gobierno técnico, títere de los intereses del capital internacional y de los grupos de presión europeos. Esta opción, aunque pueda parecer que reduce la imprevisibilidad e instaura una administración estable al servicio de la desposesión, sin embargo tiene como debilidad insalvable su nula legitimidad democrática y permite a las poblaciones enfrentarse de modo directo con las élites europeas e internacionales, saltando así sobre el obstáculo de las élites nacionales. O quizá lo único posible es ya la disolución de las relaciones de explotación, la destrucción del Estado, el relumbrar de colectividades de democracia radical y autonomía, la exuberancia de formas productivas del común entre diferentes, a cada cual y de cada cual conforme a sus deseos.

En cualquier caso hay que tener ciertas cosas en cuenta que no porque sean más obvias es menos importante traer a la memoria. En primer lugar, recordar que, a pesar de la dureza de los conflictos que puedan darse entre élites nacionales o entre élites nacionales y élites internacionales, los intereses del capital priman; y, cuando estos peligran, las élites no pueden sino obedecerles y alcanzar acuerdos. Las contradicciones entre capitales no son tales, son sólo competiciones. Frente a un incremento en la conflictividad entre el capital y la vida, esas competiciones quedan en suspenso. Los disensos entre los poderosos se esfuman tan pronto como los sin-parte ponen en riesgo el proceso de acumulación ampliada de capital. A pesar de todo ello, a pesar de la, en el límite, inquebrantable unidad de clase de los capitalistas, o precisamente por ello, lo que está por venir no será definido sino a partir de la acción de los de abajo. Hay un movimiento de destitución del gobierno actual abierto. Qué fuerzas sean las que impongan la transformación decidirá quién tendrá ventaja en el siguiente escalón de la lucha. Si la modificación viene impuesta gracias al crecimiento de la tensión de las luchas populares, a la profundización en la organización autónoma y democrática de los movimientos sociales y al incremento cuantitativo de las potencias refractarias, el tiempo favorecerá a los desposeídos. 

No seré yo quien pretenda dar respuesta a la pregunta de origen leninista sobre qué hacer. Las fuerzas antagónicas al orden de desigual acumulación de poder y riqueza se despliegan siempre con independencia de las más o menos brillantes ideas de los que escriben. No sabría decir si sería mejor ir hacia una unidad de las luchas en un sólo frente concentrando con ello las fuerzas en un punto estratégico o conducir la conflictividad más bien hacia la dispersión de las luchas y los grupos en favor del desorden guerrillero. Tampoco si resulta oportuno alentar formas más explícitas de antagonismo activo u optar por mantener el proceso de acumulación numérica que hasta ahora han facilitado las políticas de un conflicto de baja intensidad. No sé muchas cosas. Ni falta que hace. No me corresponde a mí, porque no le corresponde a ningún particular, decidir en qué línea de fuga cabalgará el antagonismo. Eso habrá de ser una decisión colectiva, producto común porque elaborado entre todas las fuerzas resistentes implicadas, a través de sus acuerdos tanto como de sus desacuerdos. Pero sí creo saber una cosa. Que la cosa va en serio. Que, al final, lo que permitirá la salida virtuosa será fundamentalmente una cuestión de actitud. Desprendernos de lo que en nosotras pueda haber de naíf, abandonar esa pose de inocentes que no es sino expresión de estupidez, de impotencia, es un imperativo inexcusable de nuestras luchas. En juego está nuestro bienestar. Nuestra vida. La de todas. La de ninguna. Nuestra vida-en-común. La de cualquiera. Hay que jugar a ganar. La hora es propicia. Las consignas son las mismas de siempre. No hacer prisioneros. No tener piedad con el enemigo.


martes, 15 de enero de 2013

G. Canguilhem homenajea a Jean Cavaillès

En estos tiempos oscuros en los que la enseñanza de la filosofía está, una vez más, en riesgo, me entretengo en la traducción, seguro imperfecta, de uno de esos textos que, desprendiendo una luz extraña, acompañan, no la escritura, sino la vida. Del texto que, en 1969, en una defensa escasamente velada de Foucault frente al ataque de los sartreanos, Georges Canguilhem dedicase a la memoria de su compañero en la Resistencia, el filósofo Jean Cavaillès:

"Contar lo que he visto y conocido de Jean Cavaillès tras nuestro encuentro en la Escuela Normal Superior sería demasiado largo. Al abreviarla, esta materia se volvería insignificante. 

Así que contaré simplemente qué idea me hago de la relación entre su persona y su acción en la Resistencia. Antes que nada, insisto sobre el hecho de que, para Cavaillès, la Resistencia ha sido un imperativo puro y simple, sin mezcla. No ha sido uno de esos que ha respondido a un Llamamiento porque esperaba un Llamamiento. No era un fuera de la ley por razones raciales o políticas. Él ha elegido la Resistencia con plena libertad de decisión y, sin embargo, de acuerdo a una exigencia que le habitaba. Probemos a explicar porqué. 

Cavaillès fue un filósofo del rigor. Para él la filosofía se emparentaba antes con las matemáticas que con la literatura. Pensaba que filosofar es demostrar más bien que hacer confidencias sobre la propia subjetividad. 

Cavaillès era un buen conocedor de la situación alemana en los años treinta. Había vivido en Alemania como becario de la fundación Rockefeller. No ignoraba ninguna de las causas, motivaciones ni objetivos del nazismo. 

Cavaillès era de origen protestante e hijo de oficial. Siendo estudiante, no compartía las opiniones antimilitaristas y pacifistas de muchos de entre nosotros en esa generación. 

Sabido esto, podemos comprender que Cavaillès ha sido Resistente por lógica. La deducción es fácil. Y porque él la ha conocido, no es imaginaria. El nazismo era inaceptable en la medida en que era la negación, salvaje en lugar de erudita, de la universalidad, en la medida en que anunciaba y buscaba el fin de la filosofía racional. Así pues, la lucha contra lo inaceptable era ineluctable. Y por lucha no hay que entender la indignación cuchicheada en los pasillos, el boca a boca patriótico ni el buzoneo de octavillas reivindicativas. Por lucha hay que entender el combate con las armas en la mano. Y por armas, todas las armas. He aquí pues un intelectual que, sin coacción en lo que se refiere a su situación personal, por una elección totalmente libre, se hace jefe de red, en primer lugar y siempre pagando con su persona, jefe de agentes de información, de artificieros, de saboteadores. Un jefe ejecutante, un filósofo terrorista: he aquí Cavaillès. La fachada de profesor de lógica de la Sorbona tras la cual disimula al principio la única actividad que tiene en el corazón no dura mucho. En adelante, la única actividad filosófica de este lógico se ejercerá en prisión, en un campo de internamiento francés del cual, por otro lado, se evade para retomar donde la había dejado la lucha clandestina que entrañará de nuevo su arresto, pero esta vez por los alemanes, y esta vez definitivamente. La lógica es implacable. En la tenacidad de Cavaillès hay algo aterrador. Es una figura única. Un filósofo matemático cargado de explosivos, lúcido y temerario, resuelto pero sin optimismo. Si eso no es un héroe, ¿qué es un héroe? 

Hablar de él no tiene lugar sin cierto sentimiento de vergüenza, puesto que, si se le ha sobrevivido, es porque se ha hecho menos que él. Pero si no se habla de él, ¿quién sabría diferenciar entre ese compromiso sin reservas, entre esa acción sin retaguardia, y la Resistencia de esos intelectuales resistentes que hablan tanto de sí mismos porque sólo pueden hablar de su Resistencia, de tan discreta que fue? 

Actualmente, algunos filósofos ponen el grito en el cielo, indignados, porque algunos otros filósofos han formado la idea de una filosofía sin sujeto personal. La obra filosófica de Cavaillès puede ser invocada en apoyo a esta idea. Su filosofía matemática no ha sido construida por referencia a ningún sujeto susceptible de ser momentánea y precariamente identificado con Jean Cavaillès. Esta filosofía de la que Jean Cavaillès está radicalmente ausente ha comandado una forma de acción que le ha conducido, por los estrechos caminos de la lógica, hasta ese pasaje de donde no se vuelve. Jean Cavaillès es la lógica de la Resistencia vivida hasta la muerte. Ojalá los filósofos de la existencia y de la persona procedan del mismo modo la próxima vez, si pueden".
Georges Canguilhem, "Commémoration a l'ORTF. France-Culture, 28 octobre 1969", en Vie et Mort de Jean Cavaillès, Paris, Editions Allia, 2004. 

domingo, 6 de enero de 2013

Otro que se fue a ningún lado

Anoche estuve viendo de nuevo La vida de los otros, la brechtiana película del guionista y director Florian Henckel von Donnersmarck que ganase, entre otros muchos premios, el Óscar a la mejor película extranjera en 2007. Cualquiera que la haya visto sabrá lo esencial del argumento: no voy a resumirlo aquí. Sólo recordar que la acción comienza en 1984, mientras Alemania está dividida por el muro, en el Berlín Oriental. Que entonces la Stasi vigilaba con cuidado cada movimiento y cada palabra de los ciudadanos. También, por supuesto, de intelecutales y artistas. Que, cuando no los encarcerlaba, dejaba sin trabajo y en la desesperación a todos aquellos que no consentían agachar la cabeza ante el Partido. 

Pero, insisto, no quiero resumir aquí la película ni aún siquiera describir la atmósfera de gris opresión que reinaba aún en los años ochenta al otro lado del telón de acero. Me interesa, sin embargo, llamar la atención precisamente sobre aquello que en la narración fílmica queda oculto, un texto en torno al cual gira toda la trama y del cual apenas sí conocemos las primeras líneas y, yo a partir de los subtítulos en español, dos versiones prácticamente idénticas del título: Sobre uno que se fue al otro lado y Uno que se fue al otro lado. Sabemos también que su autor no pretende que sea un artículo de agitación política, sino un texto literario. Esas primeras líneas del escrito que para el periódico de la República Federal Alemana Der Spiegel redactara el personaje de Georg Dreyman dicen así:
"El Departamento de Estadística de la calle H... lo cuenta todo, lo sabe todo. Cuántos zapatos me compro al año: 2.3; cuántos libros me leo al año: 3.2; y cuántos alumnos aprueban secundaria con sobresaliente al año: 6.347. Pero hay una cosa que no cuentan, porque incluso a los burócratas les resulta dolorosa: los suicidios. Si llamas a la calle W... para preguntar a cuánta gente en todo el país la desesperación llevó al suicidio, nuestro oráculo calla y probablemente anote tu nombre y apellidos para la seguridad del Estado, esos hombres grises que en nuestro país salvaguardan la seguridad y la felicidad. En 1977 nuestro país dejó de contar las muertes por suicidio. Los llamaron autoasesinatos, pero no son en absoluto asesinatos. No tienen que ver con el gusto por la sangre ni con la pasión desatada, sino con la muerte, la muerte de toda esperanza. Cuando dejamos de contar hace nueve años sólo había un país en Europa con mayor índice de suicidios, Hungría. Detrás íbamos nosotros, la tierra del socialismo real. Uno de los no contabilizados es Albert Jerska, el gran director. De él quiero hablar hoy".
El título del artículo, obviamente, juega con el significado ambiguo de la expresión "se fue al otro lado". La expresión, usada más habitualmente para referir el éxodo de tantos hacia el Occidente capitalista, señala aquí esa forma de fuga hacia ninguna parte que el suicidio dibuja. Nosotros, que habitamos un mundo en el que no queda Oeste al que ir, a cuántos más tendremos que ver saltar el muro antes de hacer caer este orden asesino.

Pablo Lópiz Cantó

Para una filosofía de la inmanencia